3:16 Sadrac, Mesac y Abed Negó respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: "No tenemos necesidad de darte una respuesta acerca de este asunto.
3:17 Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos.
3:18 Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has erigido".
3:19 Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su rostro se alteró frente a Sadrac, Mesac y Abed Negó. El rey tomó la palabra y ordenó activar el horno siete veces más de lo habitual.
3:20 Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente.
3:21 Entonces estos tres, con sus mantos, sus calzados, sus gorros y toda su ropa, fueron atados y arrojados dentro del horno de fuego ardiente.
3:22 Como la orden del rey era perentoria y el horno estaba muy encendido, la llamarada mató a los hombres que habían llevado a Sadrac, Mesac y Abed Negó.
3:23 En cuanto a estos tres, Sadrac, Mesac y Abed Negó, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiente.
Oración de Azarías
3:24 Iban ellos por entre las llamas alabando a Dios y bendiciendo al Señor.
3:25 Y Azarías, de pie en medio del fuego, tomó la palabra y oró así:
3:26 "Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, digno de loor, y tu nombre sea glorificado eternamente.
3:27 Porque eres justo en todo lo que nos has hecho, todas tus obras son verdad, rectos todos tus caminos, verdad todos tus juicios.
3:28 Juicio fiel has hecho en todo lo que sobre nosotros has traído, y sobre la ciudad santa de nuestros padres, Jerusalén. Pues con verdad y justicia has provocado todo esto, por nuestros pecados.
3:29 Sí, pecamos, obramos inicuamente alejándonos de ti, sí, mucho en todo pecamos, no dimos oído a tus mandamientos,
3:30 no los observamos, no cumplimos lo que se nos mandaba para nuestro bien.
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