jueves, 12 de agosto de 2010

CÓMO TRAER LA PRESENCIA DE DIOS A MI HOGAR

“Y estuvo el arca del Señor en casa de Obed-Edom geteo tres meses y bendijo el Señor a Obed-Edom y a toda su casa.”(2 Samuel 6:11)

“¿Cómo puedo traer la presencia de Dios a mi hogar?” Cuando el arca de Dios fue llevada a la casa e Obed-Edom, Dios comenzó a bendecir la casa de este hombre de manera sobrenatural. Todo el vecindario sabía que toda la felicidad, la prosperidad, y la seguridad que tenía esta familia venía a causa del arca de Dios allí. ¿Qué era esa arca? ¿Qué significaba? El arca era una caja de madera, más o menos grande, recubierta de oro, que estaba en la casa de Dios y sobre ella se manifestaba la presencia sobrenatural del Señor. Esa caja o arca del pacto, significaba la viva presencia de Dios en aquel lugar. Así mismo, la presencia de Dios era una realidad en la familia de Obed-Edom, bendiciéndoles de manera extraordinaria. Tanta fue la bendición en tan sólo tres meses, que el rey David sintió que esa bendición tenía que ser compartida con todo el pueblo. Por tal razón sintió el vivo deseo de llevar el arca de Dios a su ciudad. La pregunta que se hizo fue:¿Cómo ha de venir a mí el arca del Señor? (1 Samuel 6:9) Dicho de otra manera: ¿Cómo podré traer la presencia de Dios a mi casa?

“Y quién no?...” Tal vez te has hecho la misma pregunta muchas veces. Tal vez, en medio de tanta crisis y problema has sentido el mismo anhelo de poder tener a Dios en tu casa. ¿Y quién no quisiera tener al Señor en persona morando en nuestro hogar, compartiendo con nosotros, ayudándonos, protegiéndonos, bendiciéndonos…?

“Emanuel, Dios con nosotros.” Todos sabemos, de acuerdo a la Biblia que Dios es tan inmensamente grande, que el mismo universo no lo puede contener. La biblia dice que la tierra es el estrado de sus pies y que el cielo es el lugar donde él se reclina. Tal es su grandeza. Sin embargo, cuando el profeta Isaías profetizó el nacimiento de Cristo, setecientos años antes de haber nacido el Señor, lo describió como Emanuel, que significa “Dios con nosotros”. “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isaías 7:14) Está claro que la promesa es que Dios mismo viene a vivir entre nosotros, con nosotros, dentro de nosotros. Dios se hizo carne y vimos su gloria. Jesús no sólo es la imagen perfecta de Dios, es Dios mismo morando aquí en nuestras vidas.

“El arrepentimiento, puerta a la salvación.” Pero, ¿cómo puedo hacer que su presencia esté conmigo y con mi familia? La única y sencilla manera es dejar que Jesús venga a morar en nuestro corazón. Que su presencia se haga una realidad en mí. Esto se alcanza cuando entrego mi vida a Jesús confesándole como mi Señor, es decir como el dueño de mi vida y de mis acciones. Se logra cuando decido vivir en comunión con Dios, a través de una vida correcta, sana, y justa, dejando el pecado y la vida desobediente atrás. Esto se logra cuando confesamos que hemos hecho lo malo delante de sus ojos, que hemos pecado y rebelado contra Dios, por nuestra forma de vivir desobediente y rebelde. Cuando abrimos nuestro corazón para aceptarle como el único camino a la salvación, reconociendo que fuera de él no hay salvación, que no hay otro nombre dado a los hombres en el que podamos ser salvos.

“El cambio de Dios se nota en la familia” Cuando Jesús es rey y amo de nuestra vida las cosas comienzan a cambiar para mí y para mi familia. Ellos son los primeros en darse cuenta del cambio real pues no es un cambio de iglesia o religión, lo cual no puede salvar a nadie, sino el cambio radical hacia un nuevo estilo de vida, producido por la presencia de Dios en nuestro diario vivir. Esa es la única manera de lograr que la presencia de Dios esté en la familia. Lo puedes lograr hoy y ahora si le permites a Jesús que perdone tus pecados, que limpie tu vida con su preciosa sangre y que te cambie de la cabeza a los pies.

“Contigo hoy y para siempre” Antes de Jesús partir al cielo, le dejó esta promesa a los que lo amaban: “He aquí yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:20) Es la misma promesa que Dios nos hace hoy. El promete estar contigo, no en una caja de oro sino en persona. Su presencia estará contigo y con los que amas para siempre. Todo puede empezar hoy mismo y en este instante. Emanuel, Dios con nosotros, ya no será un huésped invisible, pues un huésped no se siente dueño de nada. Jesús, Emanuel no será tu invitado, sino el Señor de tu vida, de tu casa y de tu familia, hoy y para siempre.

Bendiciones.

Pastor Hiram Mercado

Casa de Adoración, MCI, Hatillo

2 comentarios:

  1. Gracias Pastor por tan bonito mensaje, lleno de sabiduría y amor. Estos son los mensajes que nos ayudan a ver con el corazón y no con los ojos. Esto lo digo por que aveces uno tiene algunas preguntas en su interior y sin abrir la boca para mencionarlas, ya Jesús me las contesta.
    bendiciones para todos.

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  2. Personalmente puedo decir que este fue uno de los mensajes que Omar y yo lo tomamos como nuestro. Por esta razón llevamos a nuestro hogar la presencia de Dios. Desde ese momento han surgido cambios tan significativos que nuestra casa se ha convertido en un lugar de bendición y todo ha prosperado. Entender la palabra de Dios, nunca ha sido un proceso complicado, esta en nosotros la decisión. No busques un lugar ni una persona.. busca a Jesús e invítalo a tu casa, Creeme jamás te arrepentirás... Te invito a que hagas lo mismo para que tu y tu familia vivan la diferencia.

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